A menudo me preguntan si lo de ser Actor de Doblaje y Cantante lo tenía claro desde pequeño. Lo cierto es que nunca me había planteado que alguien pudiera vivir de esto, o al menos intentarlo. Los artistas que veía en la tele o en conciertos, eran para mí seres tocados por una varita mágica, con unas capacidades fuera de lo común. No pensaba que aquello era algo que se podía llegar a estudiar. Así que yo jugaba en mi soledad a cantar, bailar e imitar. Sobre todo imitar.

Lo de «en mi soledad» era porque siempre he sido un tío muy tímido y me moría de vergüenza cuando la gente me veía haciendo estas cosas. A lo sumo me atrevía a soltarme delante de algún pariente muy muy cercano, pero os aseguro que lo pasaba fatal.

A los 16 años surgió la oportunidad de formar parte de un grupo de música que tenían unos amigos. Me habían escuchado cantar en algún bar, de juerga. Parece que lo que oían les gustaba y me ofrecieron entrar en el grupo como cantante. Me lo pensé mucho, la verdad. Por un lado me moría de ganas de decir que sí porque aquello me apasionaba. Por otro lado, me moría de vergüenza sólo de pensar en subirme a un escenario y ponerme a cantar. Al final, le hice frente a la timidez y aquello fue mi primera inclusión en el mundo de la voz.

Seguí por esos derroteros y, aunque la vida me llevó a estudiar Empresariales, un día abrieron una escuela de doblaje en Pamplona y aquello me abrió los ojos. Empecé a estudiar. El doblaje me llevó al teatro, al Canto, al Orfeón, a otro grupo de versiones,… ¡Efecto bola de nieve!

Hasta hoy: tiempo en que me subo al escenario a interpretar diferentes géneros y estilos y disfruto y aprendo con cada uno de ellos. Porque no se nos debe olvidar que esto de la voz es algo que hay que cuidar toda la vida y que nunca, nunca, se deja de aprender. Por algo será que los mejores cantantes de ópera siguen teniendo maestros pasados los 50 años.

La imitación

Me he ido por las ramas porque, en resumen, lo que quería decir era que siempre he estado haciendo el payaso con la voz; imitando todo tipo de artistas y personajes. Quizás fuera la forma de hacer frente a mi timidez ya que el que hablaba no era Iker, era el personaje imitado. Lo que es cierto es que haciendo ese ejercicio desde que era pequeño, he aprendido a utilizar mi aparato fonador de múltiples maneras sin dañarme la voz. Utilizar la voz de forma sana, es muy importante para que nos duro mucho, mucho. Y para quienes la utilizamos como herramienta de trabajo, eso es crucial. Por suerte, vivo con una patóloga vocal que me vigila muy de cerca y no me deja hacer el burrico.

Estos días me he animado a hacer un vídeo con algunas de las imitaciones de dibujos animados que he hecho alguna vez y quería compartirlo con vosotros. Si os fijáis en todo lo que rodea el aparato fonador, podréis intuir algunas de las técnicas empleadas para sacar esos sonidos. Muchas de ellas son las mismas que enseñan los maestros de la técnica Voicecraft que, al fin y al cabo, consiste en poner nombre a diferentes formas de utilizar todo lo que rodea al aparato fonador: lengua, paladar, laringe, músculos cricoaritenoideo u aritenoideo… ¡Uff! Que me pongo pedantorro.

¡Mejor os dejo el vídeo!

Gracias por leerme y, si os animáis, me dejáis un comentario.